El fin de los aplazos

El fin de los aplazos…

 

Por Marina Bernardi, Consejera Escolar, Frente Renovador Bragado

 

Para todos aquellos que pasamos por una escuela primaria hace tantos años no nos cuesta recordar lo que significaban los docentes, los directivos, los auxiliares…los contenidos y las evaluaciones. Ni que hablar de cuando era todo un ritual que nuestras madres fueran a las reuniones a buscar los boletines y esperarlas en la puerta para ver qué cara traían….

Hablar de calidad educativa partiendo de la actual reforma de las calificaciones seria precisamente descalificar la importancia de la educación. Personalmente no creo que allí este ni la solución ni el problema.

El sistema educativo está conformado por muchos aspectos que durante varios años han venido sufriendo un descuido importante por parte del Estado. Los edificios se deterioraron, los medios de transporte para garantizar la llegada fueron desapareciendo, los comedores escolares bajaron la calidad, la escuela pública que debería ser modelo para garantizar el derecho a la educación de todos los niños  pasó a ser un lugar en donde a veces van, a veces comen, a veces aprenden…Tal vez más de uno esté pensando que la escuela no es para comer, claro que no lo es, pero no nos olvidemos que esta escuela está dentro de un sistema económico y de un modelo de país que logro llenar los comedores de alumnos y vaciar de contenidos las aulas. Esta reforma en el sistema de calificaciones no hace más que agregarle manchas al tigre, nos hace perder el sentido verdadero de la igualdad, del esfuerzo, de la constancia y de la responsabilidad que van a incidir directamente en la vida adulta de las futuras generaciones. No creo que un número estigmatice a nadie, la diferencia entre un uno y un cuatro no es lo importante, hemos perdido de vista que nuestro objetivo como educadores es preparar a un alumno para la vida y en esa vida es necesario volver a centrar los valores. Entre esos valores la dignidad y en esa dignidad el trabajo.

Para esto necesitamos funcionarios comprometidos con una educación real para familias reales y escuelas reales. No podemos hablar de inclusión a esta altura sin saber que desde hace varios años más de la mitad de nuestros jóvenes no terminan el secundario.  Entonces me queda por preguntar: si seguimos nivelando para abajo  ¿cuál va a ser el modelo de inclusión dentro de unos años? ¿No sería más coherente volver a tener una escuela en donde los alumnos reciban todas las herramientas para la vida adulta y se premie el esfuerzo y la constancia? ¿No sería más importante rever la educación pública en todos sus aspectos antes que cambiar un sistema de evaluaciones? Creo que es hora que empecemos a trabajar sobre realidades y no sobre ideales.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *