La necesidad de construir un relato

La necesidad de construir un relato

 Desde todos los niveles del gobierno de Cambiemos se observa una misma premisa inconfundible. Los mentores de la estrategia discursiva parecen haber adoctrinado a la perfección desde mismísimo presidente hasta el último eslabón de la cadena para que repitan ante cada cuestionamiento “es la herencia que recibimos”. Resulta, sin embargo, por lo menos llamativo que aquellos que en período de campaña repitieron incesantemente “hay que dejar de mirar para el pasado” y “hay que pensar en el futuro” ahora que son gobierno insistan en recurrir permanentemente a las herencia recibida para justificar sus propios errores y limitaciones o, lo que es peor, para intentar deshacerse de la responsabilidad por las consecuencias de las decisiones políticas que se toman.

Lo cierto es que la apelación a un punto de partida catastrófico poco se sostiene en los datos de la realidad. Por más manipulación de indicadores macroeconómicos, por más apagón estadístico, por más datos presentados de manera antojadiza que haya, más tarde o más temprano, ese período de gracia que la sociedad (¿o debo decir el establishment?) le da a todo gobierno que recién empieza tiene una clara fecha de caducidad, máxime cuando ya sea por falta de “cintura” política, o por una cruda insensibilidad, las medidas que se toman en los primeros meses no hacen más que perjudicar a los sectores populares. Por otro lado, el recurso abusivo a la herencia recibida y el pedido reiterado de “darle tiempo a un gobierno que recién empieza” despiertan en el ciudadano un razonamiento elemental, de sentido común. Es que la gente (esa categoría sociológica tan común en la nueva jerga dirigencial) se dice a sí misma, y les dice a sus nuevos gobernantes también, “los votamos para que gobiernen, dejen de quejarse y empiecen a gobernar”. En el fondo, esta actitud impaciente por parte de la ciudadanía tiene una clara explicación. No es que la gente sea incomprensiva o se encuentre alienada de la realidad, es que no existe objetivamente ese escenario de crisis y caos que Cambiemos y sus aliados intentaron construir en la realidad y, tras el fracaso, tratan ahora de imponer en el relato. Por más que insistan y lo repitan ante cada micrófono que la prensa amablemente les ofrece, Cambiemos no recibió un país en crisis. Los argentinos y las argentinas sabemos bien qué es una crisis porque vivimos la crisis más profunda de nuestra historia hace poco más de una década.

A nivel local el libreto no difiere demasiado. En el discurso de asunción ante la Asamblea Legislativa, el Intendente hizo referencia con tono preocupado a la deuda que había heredado de la administración anterior para pasar rápidamente a tranquilizar a la audiencia garantizando que haría lo imposible para superar rápidamente esa situación. Previo al discurso de asunción, diferentes  voceros de Cambiemos ya habían preparado el terreno en su recorrida por los medios de comunicación, anticipando la deuda preocupante que habían “heredado”. En esos momentos se mencionaron diferentes montos, $40 millones, $50 millones. El dilema del monto de la deuda se resolvió en el discurso inaugural, la deuda era de $32 millones. Sin embargo, hablar de una cifra, de una cantidad, de forma aislada impide alcanzar una comprensión objetiva del peso de la deuda. Para ser intelectualmente honestos debemos evaluar qué porcentaje del Presupuesto representa la deuda. En este sentido, el Presupuesto 2016 es de $484.015.427,06. La deuda, representa un 6,4% de dicho Presupuesto. Cabe agregar, que el actual gobierno dispone de un presupuesto muy importante, 26,5% mayor al Presupuesto 2015 y apenas inferior al de la Municipalidad de Junín (Junín tiene más del doble de habitantes que Bragado).

RAMIRO

Sin embargo, ante todo problema que surgía, el gobierno, a través de sus voceros, se excusaba alegando que sus limitaciones se debían al estado catastrófico en que habían recibido la Municipalidad. La suspensión de actividades en el Centro Cultural Florencio Constantino se justificó aduciendo que la situación edilicia volvía peligroso su normal funcionamiento. Tras un “relevamiento técnico”  con mucha presencia mediática se enumeraron los problemas que ya se habían dado a conocer con anterioridad pero, en esta ocasión, se decidió que el Constantino no podía seguir funcionando.

Frente a la deficiente prestación de servicios por parte del Corralón Municipal, el actual Director de Servicios Urbanos también citó a los medios y habló prácticamente de un cementerio de máquinas y de la inexistencia de herramientas e insumos.

Ante una seguidilla inusitada de hechos de inseguridad y de accidentes de tránsito, y luego de que desde la oposición hiciéramos pública nuestra preocupación, nuevamente las voces del oficialismo salieron a explicar, adivinen qué, que también era culpa de la anterior gestión.

Finalmente, parece que el gobierno de Aldo San Pedro tampoco hizo demasiadas obras públicas en Bragado.

La estrategia de responsabilizar al anterior gobierno de todos los problemas del gobierno actual puede ser efectiva (aunque sólo por un tiempo) a nivel nacional y a nivel provincial. Sin embargo, en un Municipio como Bragado presenta una serie de dificultades. En efecto, querer instalar discursivamente una realidad contraria a los hechos no sólo conlleva subestimar la inteligencia de la ciudadanía sino, lo que representa todo un desafío, pretender que la “gente” desconfíe de sus propios sentidos. Es que con sólo poder “ver” uno puede comprobar que hasta el 10 de diciembre funcionaban el cine y los talleres en el Centro Cultural Florencio Constantino sin que peligre la vida de nadie, que hasta el 10 de diciembre había maquinaria del Corralón Municipal recorriendo las calles, que a partir del 10 de diciembre hubo una serie de hechos de inseguridad (algunos que pusieron en grave  peligro la vida de sus víctimas) y de accidentes de tránsito inéditos en nuestra comunidad por la “gran cantidad” en el “poco tiempo”. Pero lo que sin duda constituye un desafío a los sentidos es la minimización y hasta negación de la Obra Pública llevada a cabo durante la gestión de Aldo San Pedro. Basta con que uno use su vista para poder contemplar y con que posea tacto (en caso de que el discurso del actual oficialismo haga creer que se trata de espejismos) para poder tocar la obra pública, presente en diferentes formas a lo largo y a los ancho de nuestra ciudad. Pero, por si hiciera falta, no viene mal refrescar un poco la memoria: en 8 años la gestión de Aldo San Pedro ha hecho una inversión en Obra Pública de más de $114 millones, sin duda la inversión en Obra Pública más importante de la historia de nuestra ciudad.

Sería bueno que pudiéramos ver cómo se continúan y finalizan La Casa de la Cultura, el Anfiteatro, la Avenida de Circunvalación, la nueva Planta de Reciclado, las 116 viviendas del Plan Federal (que tanta angustia le generó al actual Intendente como se pudo observar en un spot electoral), el Polideportivo, el Centro Educativo Complementario 802, el Jardín Maternal del barrio La Carlota, los pabellones de Pediatría y Neonatología. Vale la pena recordar que en el Presupuesto 2016 la actual gestión le asignó a la obra del pabellón de Neonatología una partida de apenas $500 mil, que con suerte alcanzaría a cubrir los gastos de pintura. Más generosos han sido con la Doble Bragado, para la que han presupuestado $813 mil. No digo que no sea importante la competencia deportiva, pero todo gobierno debe fijar prioridades y, de acuerdo a las primeras señales, la Salud Pública no parece ser una prioridad para la actual administración. Asimismo, el “peso de la deuda”, al que tanto recurren para negarse a gastar en ciertas cosas, no les ha impedido celebrar una serie de abultados contratos desde el 10 de diciembre de 2015, así como tampoco alquilar numerosos locales para ubicar allí todas las dependencias que han decidido sacar del Palacio Municipal.

Como oposición vamos a garantizar la gobernabilidad, pero garantizar la gobernabilidad no significa permanecer pasivos ante atropellos y abusos. Este gobierno, que en época de campaña habló tanto de la necesidad de diálogo y consenso y de terminar con la confrontación, no ha hecho más que difamar a la anterior administración. Como representantes del Frente para la Victoria no vamos a permitir que se divulguen mentiras sobre nuestro gobierno. Vamos a ejercer plenamente nuestro derecho a dar a conocer nuestra versión de la cosas, tenemos las pruebas suficientes para hacerlo y, lo que resulta más importante, vamos a ejercer con responsabilidad y seriedad la representación del 46,78% de la ciudadanía que nos acompañó en las últimas elecciones.

 Ramiro San Pedro

Concejal Frente para la Victoria Bragado

 

 

 

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