PANDEMIA: LAS AUSENCIAS IMPERDONABLES

Es una PANDEMIA, y por ello, por el tiempo que hace desde la última, es que nosotros no tenemos ni idea de lo que puede suceder, ni tampoco estábamos preparados para que suceda. Pero ocurrió…y acá estamos, cada uno en su lugar, tratando de sobreponernos a tiempos, trabajos, tareas, afectos lejanos, días interminables y datos y cifras que nos duelen cerca.

Pero mi reflexión trata de impregnarse de EMPATÍA, la palabra de moda, linda, agradable, simpática palabra…que muchos decimos, y pocos la practicamos.

Y en esa empatía intento pensar en ellos: los ancianos, los abuelos que internados en un geriátrico ven pasar los días. Pienso en los abuelos del geriátrico municipal, intento pensar en algunos (muchos de ellos) que no cuentan con familiares directos…que pasan esta etapa de su vida allí, en comunidad con otros.

Sigo en mis pensamientos intentando vislumbrar, entre tanta oscuridad de datos, algo de claridad…pero no lo logro. TRisteza se siente al saber que sin festejos, ni reuniones, ni salidas, ni juntadas…ellos, los abuelos del hogar, terminaron contagiados.

Una comunidad vulnerable, por su edad, por algunas dolencias anteriores, por su soledad (en algunos casos)…por estar en ese recodo de la vida, donde suelen sentirse frágiles. Ellos, los que debíamos cuidar, justo ellos…se enferman y se mueren.

Es injusto, es difícil de explicar: están aislados, no ven a nadie desde marzo..ni siquiera hubo protocolos para visitas a través de un vidrio. y sin embargo, sus vidas se van.

BRagado no pudo controlar la situación que presentó la pandemia…el virus circuló rápido en todos lados…y comenzó a llevarse vidas.

Podrán buscar y encontrar responsables para determinar los nexos que surgen de fiestas y reuniones prohibidas…lo que no nos ha dicho aún, es ¿qué pasó en el Hogar San Luis?

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