Fueron declarados como Ciudadanos Ilustres Pascual Vuotto, Reclús de Diago y Santiago Mainini, conocidos como Los Presos de Bragado

Fueron declarados como Ciudadanos Ilustres Pascual Vuotto, Reclús de Diago y Santiago Mainini, conocidos como Los Presos de Bragado

– Mediante proyecto de Ley cuyo autor es el diputado del FpV Gustavo Di Marzio

El diputado del Frente para la Victoria, Gustavo Di Marzio, es autor de un Proyecto de Ley en donde el Senado y Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires, sancionan con fuerza de LEY declarar como Ciudadanos Ilustres post mortem de la Provincia de Buenos Aires, a Pascual Vuotto, ferroviario, y Reclús de Diago y Santiago Mainini, obreros ladrilleros, conocidos como “Los presos de Bragado”. Considérese esta decisión un reconocimiento, homenaje y  reparación histórica a aquellos militantes sindicales que sufrieron la persecución gremial, el enjuiciamiento fraudulento y la ignominia de un encarcelamiento ilegal e injusto, desde 1931 en adelante, durante aquella bien llamada “década infame”.

LOS FUNDAMENTOS

En cuanto a los fundamentos expuestos por Di Marzio, expresó que, “El 16 de agosto de 1931 fue uno de esos días de triste, pero necesaria memoria, para la clase trabajadora en nuestra provincia.

En aquella fecha fueron  detenidos Pascual Vuotto, en su lugar de trabajo, la estación de ferrocarril de Durañona; Julián Ramos, también obrero ferroviario, en Mechita; Reclús De Diago y Juan Rossini, obreros ladrilleros en Castelar, y Santiago Mainini, obrero ladrillero en Lomas del Mirador.

Todos ellos eran militantes anarquistas y la excusa para su detención fue que habían participado el 16 de julio en una reunión en una quinta cercana a Bragado. Los detenidos admitieron que la reunión se había producido y que el objetivo de la misma era recolectar fondos para poder editar una publicación obrera.

Según el historiador Felipe Pigna, todo había comenzado “la tarde del 5 de agosto de ese mismo año cuando llegó una encomienda a la casa del dirigente conservador y candidato a senador provincial José María Blanch en Bragado. La esposa, la hija y la cuñada de Blanch decidieron abrir el misterioso paquete y apenas comenzaron a maniobrar el envío, se produjo una tremenda explosión. Paula Arrabarrena, cuñada de Blanch, y María Enriqueta, su hija, fallecieron poco después y su esposa, Juana A. de Blanch, quedó hospitalizada en estado reservado”.

Blanch, era un representante cabal de la política de aquellos años. Dueño de casas de juego y caballos de carrera, al que no se le conoce aporte ni desempeño en la administración pública, pero sí habilidad e influencia en los comités de su partido.

En el país gobernaba el dictador José Evaristo Uriburu e imperaba la ley marcial. La “década infame” que se inició  con el golpe de Estado oligárquico- militar que derrocó al líder radical Hipólito Irigoyen el 6 de setiembre de 1930, estaba en pleno desarrollo.

En Bragado, el hecho quebró la  habitual tranquilidad pueblerina. Para investigar los sucesos llegó desde La Plata, una comisión de la policial provincial, a cargo del  comisario inspector Enrique Williman y los oficiales Ledesma, Vinotti, Rojo y Tula.

En pocas horas, más de treinta (30) militantes radicales yrigoyenistas fueron detenidos. Los interrogatorios, basados en la tortura, fueron cerrando el círculo sobre Melchor Durán y Juan Perutti. Los dos se cansaron de decir que eran inocentes hasta que el 15 de agosto Perutti decidió suicidarse en su celda cortándose la garganta con una botella.

Para la policía y para el gobierno, el caso estaba prácticamente resuelto y los anarquistas detenidos eran los responsables del atentado. A pesar de la absoluta falta de pruebas y del resultado negativo de los allanamientos a cargo del comisario Williman y sus colaboradores, que destrozaron la casa de Pascual Vuotto y torturaron al niño Héctor Woollands de 12 años que vivía en ese lugar, el juez Juan Carlos Díaz Cisneros y el fiscal Augé redactaron un informe en el que afirmaban categóricamente que un grupo de anarquistas se había reunido en una quinta con el objetivo de planificar atentados en complicidad con militantes radicales.

La resonancia de este hecho fue mayor porque se produjo un año después de las ejecuciones en Buenos Aires de los militantes anarquistas Severino De Giovanni y Paulino Scarfó. Por entonces los anarquistas eran una de las corrientes políticas y sindicales más activas, por lo cual eran considerados “enemigos” por el régimen dictatorial  encabezado por el General Uriburu,  y procuraban organizar una red de solidaridad con compañeros deportados y presos por efectos de la llamada “ley de residencia”.

Bragado, a su vez, cargaba con su propia historia de enfrentamientos violentos, con alto número de muertos y heridos, en los choques entre los aliados a la dictadura y los radicales intransigentes.

Los detenidos fueron salvajemente torturados. La tortura quedará instalada y será una marca indeleble de aquella década infame.

Las denuncias de torturas efectuadas por los “presos de Bragado”, como se los empezó a conocer popularmente, fueron ratificadas por vía judicial a través de la declaración del valiente médico policial Francisco Macaya: “Que siendo médico de policía en Bragado, revisó al detenido Pascual Vuotto, constatado que tenía varias hematomas que databan de pocos días y que era de origen traumático, sin que pueda precisar el objeto con que fueron inferidas; que informó al comisario Williman del resultado del examen; que interrogó a Vuotto acerca del origen de esas lesiones y que éste le respondió en tono irónico que eran de los ‘hábiles interrogatorios'”

El doctor Francisco Macaya había ido demasiado lejos. Comenzaron las amenazas contra su familia y tuvo que mudarse a Trenque Lauquen. Pero allí la persecución continuó por vías “legales”: fue echado de la Policía y se le instruyó un sumario por “falso testimonio”.

Pero los presos no estaban solos. Desde que Pascual Vuotto tomó la valiente decisión de hacer conocer su injusticia, en todo el país comenzaron a formarse comités de solidaridad con los detenidos. De todo el mundo llegaban adhesiones, clamando por la libertad inmediata de los detenidos.

Tras la barbarie y con las declaraciones arrancadas bajo tortura, el sumario señalaba como autores materiales a Pascual Vuotto, Reclús De Diago y Santiago Mainini. López, Ramos, Bodelón y Rossini quedaron implicados como cómplices.

Los abogados de los detenidos apelaron la injusta sentencia, pero tanto la Cámara de Apelaciones de Mercedes, como la Suprema Corte de Justicia de la provincia confirman el fallo y rechazan la nueva apertura de la causa a prueba. En 1941 la Corte Suprema rechazó el último recurso.

No tardó mucho tiempo en producirse una oleada general de indignación en todo el país y una campaña de solidaridad para reclamar por su liberación. Por su parte. Pascual Vuotto inició su propia lucha desde la cárcel, escribiendo “Vida de un proletario”, donde da detalles del proceso.

Diversos grupos comenzaron a trabajar en la difusión del caso. Se publicaron folletos y periódicos —entre ellos, “Justicia”, dedicado a la campaña— y se organizaron mitines y conferencias. Se comparaba a estos trabajadores militantes  con Sacco y Vanzetti, los anarquistas condenados a la silla eléctrica y ejecutados, el 23 de agosto de 1927, en los Estados Unidos.

En medio de esas grandes movilizaciones que tuvieron incluso  repercusión internacional, en 1942, el entonces ministro Vicente Solano Lima promovió y logró el indulto con la firma del gobernador conservador de entonces, Rodolfo Moreno.

Moreno les conmutó  la pena de prisión perpetua inicial por una condena a diecisiete (17) años de prisión, que implicaba, por la buena conducta de los detenidos, la posibilidad de aspirar a la libertad condicional.  Los presos fueron puestos en libertad el 24 de julio de 1942.

presos brag

Una multitud los recibió. Estaba claro para todos que aquel extraordinario logro era producto de la lucha incansable, de la denuncia permanente y valiente.

Recién en 1985 Carlos Jordán recogió el testimonio de Miguel Lorda, hermano de Bartolomé Lorda que integraba el Comité de Solidaridad de Mercedes e identificó como autor del atentado contra Blanch a Rafael Chullivert, rival del caudillo en la interna del Partido Conservador de la provincia de Buenos Aires.

Chullivert “era jefe de Encomiendas en el Ferrocarril de la estación de Bragado(…) Tiempo después del atentado, asesina a su compañera y a dos hijos de ésta y luego se suicida. Antes de suicidarse deja unas notas: al juez, a la policía y a su familia, donde pide perdón y se hace cargo del atentado a Blanch. (…) Estas cartas fueron tomadas por la policía y nunca se presentaron para redimir la pena de los inculpados. Los pobres detenidos siguieron cargando con algo que no habían hecho”.

Vuotto, que hizo punta en su lucha en salvaguarda de la verdad, obtendría  muchos años después, una reparación para el y sus compañeros.

El Congreso de la Nación, por iniciativa del diputado socialista Guillermo Estévez Boero, sancionó el 28 de julio de 1993 la ley n° 24.233 (que se promulgó de hecho el 20 de agosto del mismo año), cuyo artículo 1ro dice: Desagráviese el nombre y la memoria de Santiago Mainini, Reclús de Diago y Pascual Vuotto, por la injusta sentencia que recayera sobre ellos condenándolos a reclusión perpetua por el homicidio de María Enriqueta Blanch y de Paula Arruabarrena”.

 Pero ya era tarde, Pascual Vuotto, el último sobreviviente de los “presos de Bragado” había fallecido el 16 de febrero de ese mismo año, a los 89 años de edad.

Por todo lo expuesto, como un reconocimiento, un homenaje y una  reparación simbólica e histórica a aquellos luchadores sociales, es que solicitamos a los señores diputados el acompañamiento en esta iniciativa.

 

 

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